Limonero |
Hoy día existen grandes plantaciones en Misiones y Corrientes, con una producción local muy interesante. El consumo se extendió por todo el país existiendo en las grandes ciudades las famosas "Casas de Té" donde se reúnen las señoras más destacadas de la sociedad, ya para tratar temas cruciales, o bien, para cultivar la amistad y pasar un buen momento de esparcimiento en torno a una bella taza de té, sin faltar las exquisitas tortas que lo acompañan.
Entre Ríos presenta un caso especial. Las abuelas inmigrantes que poblaron el litoral eran amantes del té, no solamente bebido en tazas, sino en jarritos enlozados con un asa. Lo preparaban con hierbas, unas rodajas de limón, a veces una cáscara de naranja, y una cucharada de azúcar. Sobre todos estos elementos volcaban agua caliente, tomándola en sorbos espaciados, lentos, como esperando que pase el tiempo. Esta práctica se propagó entre los jóvenes, quienes hoy han popularizado esta bebida en tal forma que pasó a ser tradición. Durante los días festivos, especialmente a la tarde, y después del almuerzo, se ven muy a menudo, grupos en un banco, en la plaza, en la vereda, en cualquier lugar cómodo que permite la agrupación de adolescentes. El mate de té circula ceremoniosamente entre ellos, participando de la risa, los dichos, las noticias, la conversación general, y por supuesto, desplazando toda otra bebida inaceptable para la salud de cada uno.
Los más reflexivos se ponen a pensar en cuán saludable resulta esta costumbre y cuánto bien haría su generalización, y así como el mate de yerba tiene su guitarra que le canta, el mate de té está pidiendo una poesía que le acompañe con los acordes de una música sobria y sentida.
Prof. Celia Vernaz, Historiadora de la Ciudad de San José, Entre Ríos.
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